Conocimos de Chévre por Instagram y fascinada con el mercadeo sensorial de su oferta gastronómica, reservé e invité a mi esposo a degustar las apetecibles papas al raclette, la burrata y el cheese wheel como plato principal. La terraza es muy agradable, sin embargo, no nos la ofrecieron y nos asignaron una mesa dentro, donde el ambiente es tipo "normal". Pedimos unas copas de vino de la casa y una llegó con una cantidad de vino notablemente inferior al estándar. Lo hicimos notar y abrieron una nueva botella para completar (Punto negativo pues no puedes servir solo "lo que resta en una botella"). Pedimos el tan esperado cheese wheel y "sorpresa" es solo para 4 personas. Solicitamos intercedieran con el chef y lo prepararán para dos y la respuesta honesta fue "muchas personas nos lo piden y la respuesta es que es solo para 4". Siendo que es así pues les recomendamos o que creen una versión para dos, o que aclaren cuando lo mercadeen que tiene que llevar una pareja de amigos para disfrutarlo. Ese par de eventos nos frustró en nuestro primer encuentro con Chevre, pero luego llegaron las papas Raclette, la burrata, los tortelinis de calabaza con queso parmesano y el volcán de crema de avellanas con queso mascarpone y junto a la amabilidad del equipo de saloneros y se nos pasó el desencanto. La pasta la comimos fría pues la trajeron a la mesa cuando aún estábamos por la mitad de la entrada. Es un excelente concepto pero deben cuidar los detalles.