Azafrán

Un lugar bien agradable donde la comida te cautivara, puedes disfrutar de como el cheff prepara tu plato enfrente tuyo, cualquier plato que escojas sera bueno.

Delicioso todo. Volvería nuevamente y mil veces mas. Realmente es un regalo al paladar. Los felicito!!! La entrada con salmon es de lo mejor. Y el pan. Y la carne. Y todo!!!!!

Regresamos a este Restaurante de nuevo a comer unas Tapas,comenzamos con unas Papas Bravas que les falto picante y fuerza, Seguimos con unas croquetas Ibericas estuvieron ricas,Queso Manchego,y unas costillitas de Cordero finalmente como cierre exquisitas.Un pulpo que ordenamos resulto duro y el chef ordeno no cobrarlo,un detalle honesto y que demuestra gran altura, un servicio muy cordial en un ambiente relax.

Buen ambiente para disfrutar del buen comer. Eramos 4 personas y pedimos 3 entradas (croquetas, carpaccio y papas), 3 platos fuertes (atun, pargo y costillas con risotto - no en menu) y de postre croquetas de chocolate. La comida estuvo muy buena, las porciones algo pequeñas, pero ya habia leido al respecto, asi q estuvieron bien, y las recomendaciones del mesero (vino y plato fuerte) fueron totalmente atinadas. Me gustaria regresar para probar otras delicias del menu..

Fuimos mi esposo y yo por primera vez a Azafrán para cenar el 25 de septiembre, atraídos por el menú que ofrecía en el marco del Restaurant Week (15-30 de sep.), con dos opciones de entrada, de plato principal, de postre, y de bebida, por $35 pp. No nos defraudó en absoluto. Iniciamos la velada seleccionando ambos como bebida el vino Santa Rita, un tinto que resultó ser un agradable Cabernet Sauvignon, y la la opción del carpaccio de atún rojo con crema de huancaína y crujiente de chicharrón, que estuvo exquisita y con un sabor delicado. Como no se nos informó cuando lo ordenamos que el carpaccio estaría acompañado con tostadas, fuera de la promoción ordenamos pan gallego pre-cocido (parecía el que vende Gago) que es calentado en el restaurante y servido con un pocillo de aceite de oliva y vinagre balsámico. De haber sabido lo de las tostadas, no lo habríamos ordenado. En cuanto al plato fuerte, ambos nos inclinamos por las costillas de cerdo asadas, con salsa bbq de maracuyá y mirin, y espárragos al grill. La carne de las costillas estaba tan bien cocida y suave que se separaba fácilmente de los huesos, pero no por eso estaba reseca. El cuerito que las cubría estabá limpio de grasa excesiva y tostadito y delicioso. Aunque aún sin la salsa estaban exquisitas, con ella alcanzaban la perfección. La porciones tanto del carpaccio como de las de costillas fueron sumamente generosas. En los postres cada uno se fue por una opción distinta; yo elegí la crema catalana con azafrán y mi esposo se decantó por el ganache de chocolate con helado de pipa, que me dijo sabía más a coco que a pipa. Mi crema catalana estaba muy buena. El servicio fue bastante bueno y atento. El ambiente, agradable, con la reminisencia del estilo arquitectónico original de la casa que fuera, típica de esta parte de San Francisco, aunque me parece que las sillas plásticas le restan elegancia. Mientras esperábamos ser servidos le dimos una mirada al menú regular. Con base en esta primera experiencia, de seguro regresaremos a probar varias de sus ofertas del menú. Lo recomendamos plenamente.