La comida es deliciosa me encantó el Salmón y el tartar recomendado, muy buena atención y esta muy céntrico el hotel
Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
El hotel está muy bonito. Todo muy fino, iluminado. El menú español, de esperarse de un restaurante del chef Masoliver. El servicio fatal, la champaña la trajeron dañada sin ver. Luego trajeron el vino que no era. Trajeron el pan después de las entradas. Los platos si muy ricos. Pedí el cochinillo y estaba suave y el chicharron crujiente. La mesera no la mas amable del mundo, quería como salir del paso. La crema catalana de postre estaba regular. Honestamente volvería a probar otras cosas.
Fui a desayunar, por lo que me evaluación de precios es distinta. No consigo entender por qué tenían el aire acondicionado apagado, la visita la rescató la mesera que era muy amable y además fue a buscar salmón para complacer mi gusto, a falta de éste en el bufete.
Excelente restaurante. Venir varias personas para poder pedir mas platos y probar de todo un poco desde entradas hasta los postres. Ambiente elegante y buen servicio. Éxitos.
Fuimos dos parejas. Iba con aprehensión porque había leído los comentarios aquí en Degusta, que habían sido muy mixtos. Quedé gratamente sorprendido. No estaba el Chef Masoliver y sólo había una mesa con comensales, pero la atención fue impecable. Mi esposa y yo compartimos el tartare de atún ($12) que estuvo muy fresco y, contrario a otro comentario en este foro, no estaba muy aliñado. De plato fuerte probé la corvina con camarones al curry, que vino acompañada de una ollita con arroz con guandu ($21). Vino muy bien decorada, en plato caliente, y en una porción sumamente generosa. La corvina y los camarones estuvieron frescos y la salsa muy suave. Mi esposa pidió un atún en pimienta negra ($23). Vinieron dos rodajas gruesas de atún, una sobre la otra, coronada con unas papitas ralladas y una cinta de balsámico. Nuevamente, me sorprendió el tamaño de la porción, y a mi esposa le costó comerselo todo. El plato también vino caliente y presentado muy atractivamente. No pudimos probar los postres porque quedamos repletos. Las porciones son tan grandes que podrían comer dos, y me fui preguntándome si no sería mejor idea rebajar un poquito los precios y recortar las porciones.... Tanto al restaurante como al comensal le daría la oportunidad de probar los postres sin afectar la transacción comercial. El mesero era un indígena panameño que nos atendió exquisitamente. Conocía el menú a fondo y estuvo muy pendiente. Orgulloso ejemplo de que nosotros también podemos ofrecer servicio de calidad. El ambiente un poco frío y poco íntimo, pero por otro lado parece ser uno de los pocos lugares donde se puede comer sin música estruendosa, en un ambiente apacible. Excedió mis expectativas. Volveré.
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