Nos encanta Azahar y siempre tienen muy buena comida y muy buen ambiente. Esta vez lo califico con baja puntuación en servicio porque aunque muy amable, fue excesivamente demorado. Desde el tiempo que tomó recibir el pedido del bar hasta el tiempo que tomó recibir los platos e inclusive la cuenta para pagar.
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Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Siempre es un placer visitar Azahar. Cocina de calidad, atencion fenomenal y ambiente sobrio pero muy agradable. Siempre que venimos hay una imnovacion que disfrutar
Hemos acudido en cuatro ocasiones y, salvo ayer, hemos tenido experiencias normales (nada espectacular). Sin embargo, anoche nos decepcionó muchísimo tanto el trato como la comida. Tuvieron un detalle de pésimo gusto nada más empezar: nos llevaron hasta la mesa y la camarera justo antes de sentarnos me comentó que iban a hacer una excepción pero que el lugar tenía dresscode porque uno de mis acompañantes llevaba "shorts"... Comentario de muy mal estilo teniendo en cuenta varios factores: - El dresscode es un código de estilo y el nuestro era un grupo elegante, la persona que llevaba "shorts", llevaba unas BERMUDAS COLOR BEIGE (no es que llevara un bañador o un short vaquero) y una camisa. Con diferencia, éramos de los grupos más elegantes del local. El resto íbamos ataviados con vestido y sandalias, y los hombres con pantalón chino y camisa. Somos europeos, por lo que sabemos lo que es el dresscode. - Observamos otras personas a nuestro alrededor que lucían camisas de manga corta, algo que en Europa, de donde somos, se asocia a poco estilo, aunque en Panamá hemos visto que es común. También nos cruzamos, al salir del restaurante, con un grupo de treintañeros extranjeros con muy mala educación y poco estilo vistiendo (lo que en España denominamos personas "horteras") que iban grabando con el móvil la entrada al restaurante (pareciendo el mejor lugar en el que habían estado nunca...). Con ellos no pareció importar el dresscode ni la mala educación al conducirles a la mesa de manera mucho más amable que a nosotros. Eran un grupo mucho más numeroso por lo que entiendo que dado que iban a gastar más dinero, no importó tanto el dresscode en su caso (a nosotros también nos trataron mucho mejor cuando hemos ido en grupos más numerosos). También vimos gente ataviada con chanclas de playa... - Si aún teniendo en cuenta lo anterior, no cumplimos con el "dresscode" del lugar, podemos entenderlo. Pero en ese caso, díganmelo en la puerta, no necesito que hagan ninguna "excepción". - A estas personas, se las atendía antes y se las trataba mejor. Al haber asistido a este restaurante anteriormente, notamos la diferencia de trato porque en las anteriores ocasiones acudíamos en grupo más numeroso y la media de edad era mayor. Esta vez nuestra media de edad del grupo era de 27 años y éramos 3 personas. Nos hicieron esperar muchísimo para tomarnos la orden y tuvimos que insistirles mucho cada vez que necesitamos cualquier cosa. - Tuvimos un problema con el camarero porque no tenía claro si varios platos contenían nueces, algo a lo que uno de los comensales era muy alérgico y hubo problemas con la orden. - Pedimos un ceviche, que lejos de ser ceviche peruano (aunque tampoco lo esperábamos) iba recubierto de una salsa que destrozaba totalmente el ceviche. Podía ser corvina o cualquier otro pescado el que estábamos degustando. - El aire acondicionado muy fuerte, estábamos completamente helados cenando. Acabamos con la la garganta afectada. En resumen, un lugar muy clasista y camareros prepotentes, a pesar de tratar aparentar ser un lugar moderno. La comida normal, unos platos mejores que otros pero nada del otro mundo en ningún caso. Sólo recomiendo los dátiles rellenos. No regresaremos ni lo recomendaremos a nuestros amigos.
La atención en el lugar fue constante. Los platos llegaron oportunamente: los dátiles rellenos, el Michael Jackson, los dumplings de langostinos, salmon pizza, wagyu beef tataki, Foie grass con nuez ahumadas caramelizadas...y los platos fuertes, raviolonis rellenos con burrata y rissotto de langostinos. Cerramos con el postre, fondant de chocolate y un machiato. Súper satisfecha! Creo que olvidé mis lentes allí...
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