Deplorable, no sé ni por donde empezar. La mayoría de la comida venía recalentada, un par de platos con mariscos con un sabor tan pungente a ajo, enmascarando marisco viejo. El servicio ausente: no nos sirvieron agua en toda la cena; nos parábamos a buscar la jarra y servirnos. El ambiente sin sabor, como la comida.

Auténtico y sabroso. La atención estuvo estupenda, la dueña nos acogió desde que entramos por la puerta, nos tomó el pedido y recomendó maravillosamente. No tengo ni que recomendar platos, ¡pruébenlos todos! Por supuesto, acompañados de naan (shoutout al de ajo). La locación es un poco incómoda, pero vale toda la pena la experiencia culinaria.

Sobrevalorado. El personal un poco frío y rígido, con la excepción de quien pasó a tomarnos el pedido, quien fue jocoso y muy buena gente. Demoraron casi 45 minutos en servirnos el plato fuerte, lo cual lentamente y gradualmente, con gran resistencia mental pero aún inexorablemente, me hizo percatarme que había pagado casi $30.00 por comida que carecía de sabor y estaba fría, seca.

De ambiente muy acogedor, Mentiritas Blancas es un espacio que emana creatividad y buenas vibras. El personal es muy amigable y cool. La comida muy rica, tirando por la onda de comfort food súper bien hecho; shout-out a las ensaladas: muy nutritivas y deliciosas!

Espacio que emana aires de sofisticación, con sus manteles prístinos, ambiente amplio y fresco. La comida excepcional, el chef Álvaro Perrino lleva los clásicos de la cocina Española a un giro contemporáneo que sorprende y deleita el paladar (shout out a los huevos estrellados y las croquetas). El servicio es amable, pero un poco abandonado y estridente (al recoger y arreglar mesas).

En una casita guardada se encuentra este gracioso y simpático restaurante, con un carácter muy nativo. En medio del eclecticismo (el cual se refleja un tanto también en el menú) ofrecen variedad de pizzas y pastas muy buenas. Quedé fascinada con el avocado smash, muy fresco y sabroso; al igual el babaganoush de cortesía. El servicio fue un poco lento, pero el personal muy agradable.

Un espacio con mucha buena vibra y elegancia informal, adicional a personal muy atento y servicial. Cuentan con un menú extenso con variedad de opciones creativas y exquisitas. Algunos clásicos (como la pasta carbonara, tamal de cerdo, entre otros..) son reconcebidos de manera que resaltan y dan en el clavo si se busca comida "tradicional." Cada vez que voy encuentro algo nuevo que pedir, y nunca me decepciona. Shout-out al risotto de calamares en su tinta, un plato insignia fenomenal.

Espacio con un balance perfecto entre acogedor y chic. Café excepcional, menú llamativo e innovador muy al estilo "comfort food" (en mi opinion, nada mejor!). Mis favoritos: breakfast sandwich y waissant de mozzarella con pepperoni.