Churreria Manolo (Obarrio)

Hace más de 40 años soy cliente de Manolos desde cuando abrió su primero restaurante en Via Argentina. Los antiguos dueños han dejado el negocio en manos de hijos. La genuína atención que daban sus padres se ha diluído un poco. Hoy, almorcé en el Manolos de Obarrio. Restaurante vacío y servicio demorado. Noté los meseros distraídos con la atención al comensal. Ordené un sancocho el cual lo trajeron al rato. Sabia un poco insípido Noté que se desparramó del "bowl" al plato de base. Le hice notar a la camarera ese detalle, no le importó, ni lo limpió y tuve que hacerlo yo mismo. La relación precio calidad no elevada. Ni "fu ni fa"

Apropiado para almuerzos rápidos. Lo primero que ordené fue una cerveza pero la sirvieron de último. El mesero debe estar un poco más atento porque además no nos sirvieron pan y tuve que pedirle y se dio cuenta que había olvidado. Ordenamos dos sopas panameñas (no sancochos panameños) La sopa la encontré regular, como que le faltaba algo más de condimentos. Tuve la impresión que cocinaron las verduras por separado pues no estaban impregnados del sabor del caldo. Si hay algo que debemos resaltar es que el panameño somos arroceros pero me sirvieron una minúscula copita de arroz. La relación precio-calidad es aceptable. Si quieres un almuerzo rápido, te recomiendo.

Convenientemente ubicada en Obarrio Tiene buena variedad de platillos La cerveza la sirven con varias boquitas El bistec picao es bueno El sancocho es bueno El servicio es malo, demorado

Local muy caro para lo que se ofrece, se cobra todo como si fuera un restaurante con estrella michelin. Servicio correcto. Local tipo aeropuerto

El ambiente es agradable, la comida es rica pero el servicio fue una cosa desatroza estuvimos una hora esperando la orden mientras veía como comensales que llegaron después de nosotros ya comían. La respuesta del mesero: "disculpe, es que faltaron compañeros y blah blah blah" ¿y si eso es así no deberían las cosas demorar para todos por igual? No sé si volvería a ir. Me dejó hasta sin ganas de tomarle foto a la comida.