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El restaurante es muy lindo y el tamaño de su patio cubierto es enorme. Para nuestros gustos la música en la terraza estaba muy fuerte, haciéndolo difícil hablar normalmente. Adentro lo encontramos mucho más acogedor. El restaurante es 100% kosher--ningunos productos de puerco o mariscos (pescado sí, pero camarones, almejas, cangrejo, etc no). Ser kosher también limita las marcas de alcohol que pueden servir a sus clientes porque el fabricante tiene que pedir una inspección del proceso de confección por un rabino y recibir un certificado de "kashrut." La noche que visitamos, no había mezcal y faltaban unos vinos de su lista de vinos. Ya que hoy en día casi todos los restaurantes mantienen un menú digital ¿por qué no hacer ajustes en el menú diariamente para quitar las selecciones que no están disponibles ese día? Es incómodo para un restaurante tener que desilusionar un cliente varias veces en una sola visita para decirles cuales cosas quedan agotadas. Para entradas compartimos los tiraditos que eran muy deliciosos que los ordenamos otra vez. El patacón criollo era bueno también, pero nada extraordinario. El carpaccio de res era excelente, pero lo recibimos gratis después de haber sido desilusionado varias veces por las bebidas que quisiéramos ordenar que no estaban disponibles. Lamentablemente los platos fuertes no eran tan buenos como las entradas. El lo mein de res y champiñones era el mejor de todos los platos, rico pero un poco salado y con demasiada salsa. La hamburguesa no era nada excepcional. El sushi tampoco--hecho de arroz regular en vez del arroz especial para sushi y sin el toque de vinagre de arroz que da al sushi su sabor distinto. El lugar es lindo, el servicio atento, pero para nosotros nada excepcional que valdría volver.
