Deliciosa comida y atención insuperable. Ordenamos croquetas de pollo, vaca frita y un fricasé de pollo. A destacar el rebozado de las croquetas, ligero y sin grumos. En cuanto al fricasé, con un sabor intenso del guiso de verduras, perfectamente compenetrado con el pollo. El ambiente familiar, informal y la amable acogida de las chicas que atienden al lugar, hicieron que nuestra experiencia sea digna de repetir

Les habíamos perdido la pista desde que se trasladaron del Casco y nos encontramos con la grata sorpresa de que sus platillos siguen siendo tan sabrosos como siempre, así como buena la atención, ahora que están ubicados en Costa del Este.

Restando el ambiente, que es muy bueno, la comida y el servicio dejan mucho que desear. En la foto del ceviche peruano, se puede apreciar que el tamaño de la porción es una burla, mucho más considerando el precio; mejor harían en ofrecerlo como muestra. Adicionalmente, no se ciñe a la receta original, tenia maíz común y no de choclo; y no tenia camote. Se equivocaron al servir el plato principal, por lo tanto, la espera fue demasiado larga. El filete de pescado estaba muy harinoso; el pescado a la brasa fue el único plato que mereció la pena. En resumen, un lugar con buen ambiente para tragos, sólo para eso.

Nueva opción en la oferta de gastronomía italiana en la ciudad. En general, los platos estuvieron muy apetitosos, los sabores bien logrados, así como la presentación y las porciones. Ordenamos como entradas el pulpo a la gallega y las croquetas de prosciutto. El pulpo estaba en su punto, suave y gustoso, sólo le faltaba algo de paprika; en las croquetas no se percibía mucho el sabor del prosciutto y el toque de salsa pesto no las acompañan bien. Como platos principales, pedimos una pasta alla amatriciana y un risotto frutti di mare; ambos con un sabor muy concentrado, buena integración de sabores y muy buen gusto al paladar. El restaurante está ubicado en un local sencillo en El Carmen, la atención fue excelente.

Excelente opción de comida saludable, diferente y preparada con ingredientes de muy buena calidad. La ensalada de la barra es muy variada y abundante; los crepes se ciñen a las recetas originales de la casa matriz, muy delicados y diversos.

Siempre habíamos ido al local del Casco Antiguo, que nos parece de una gastronomía exquisita. Esta vez quisimos probar la del local de Costa del Este y, aunque estuvo bien, definitivamente seguiremos yendo al Casco. Los platillos tienen las mismas recetas, pero la fuerza de los sabores no es igual en Costa del Este, como tampoco lo son las texturas. Estas son las sensaciones específicas en cada plato: El pulpo al carbón en el Casco es tan suave que prácticamente se derrite en la boca; en CDE no estaba duro, pero no llega a tener la misma textura. El ceviche tradicional peruano no tenía choclo, afectando el resultado de todo el platillo. Los vegetales salteados estaban más hervidos que salteados en realidad. Por último, la corvina Fujimori, uno de sus platos insignia, carecía de la potencia en los sabores de la salsa que baña el pescado. La atención fue muy buena.

El sólo ambiente vale la experiencia; te sientes como en un café europeo, donde se te pasa el tiempo sin darte cuenta, con sus muebles de madera clásicos y tapizados con distintos colores y texturas. El shakshuka está muy bien logrado y no escatiman en la canasta de pan que lo acompaña; también viene con labne, que es exquisito. Por último, los libros, disponibles para ser llevados por los clientes, completan la experiencia

No habíamos vuelto desde que estaban en la sede anterior. El local actual es un poco más espacioso. La comida, como siempre, es exquisita, con esos sabores que por su origen difícilmente se podrán degustar en otros restaurantes. Los platos son sencillos, para un desayuno o un almuerzo ligero. La atención de sus dueños hace que la experiencia sea aún mejor.

Como siempre, Masala es un lugar ideal para disfrutar la comida de la India. Nuestra experiencia ha sido consistente con el pasar de los años, un lugar para ir a la fija.

Los postres de este lugar son deliciosos y, a diferencia de otras pastelerías, el manejo del azúcar es mesurado, ninguno de los postres que probamos estaba empalagoso. Las porciones son muy generosas. La decoración del lugar va muy a tono con el producto que ofrecen, colorida y amena. Tienen que trabajar el tema del servicio; sólo había 2 mesas ocupadas, pero el tiempo, tanto para cobrar, como para servir, fue excesivo.