Hoy destacaron por la atención. Muy amables y atentos. La comida muy buena y lo principal: respetan el punto de la carne. Voy a volver.

El sabor de la carne es muy bueno. Cortes preparados en el punto pedido, con el aroma y gusto de un buen fuego. Una buena experiencia. Las papas en el promedio. El guacamole si destaca, por su simpleza y frescura. Me quedé con ganas de probar la empanada. Quería solo una o dos, pero te ofrecen una porción con 10. Hay que revisar eso.

Luego que se enteran que soy peruano, viene la pregunta de rigor: "¿Y dónde se come buena comida peruana aquí, en Panamá?". Pues hay varios lugares, pero Pisco Moon definitivamente me dio algo más. De repente me sentí como en un restaurante en Barranco o Chorrillos, delante de un cebiche (yo lo escribo con "b") de lenguado preparado con cariño. Elegimos el Fula, que incorpora una suave crema de ají amarillo a la base de limón. Canchita serrana, choclitos y camote. No quedó más que levantar el plato y rendirle honores a la leche de tigre. Pero anímense con un Pisco Sour para abrir, el clásico, el de siempre. Lo preparan muy bien, a pulso, en coctelera, con un buen acholado, como manda el reglamento. Me dió pena terminarlo. Seguimos picando y llegó un plato que fusiona muy bien la herencia peruana con la calidez tropical: Patacón de Lomo Saltado, con el lomo a punto y el patacón (plátano verde doble frito) empapándose con el vigoroso tono del juguito de carne, cebollas morada y tomates. Perfume de culantro fresco encima y nada más que contar. Cerramos con un tacu tacu en salsa de camarón que no desentono con sus predecesores. Las porciones sugieren compartir. El lugar no es muy grande y se encuentra esquinado en una placita en medio de San Francisco (esquina de la 70). La atención es cariñosa y el lugar de noche pregona buen ambiente. Milenko (un chileno que, no cabe duda, tiene el toque) es una persona amable y sencilla, enamorada del concepto. Toca volver.

Estuve con la familia ayer. Local amplio y cálido (por el ambiente y la atención, no por la temperatura). Éramos 5 y picamos el Edame a la Plancha con Tajin, el Ceviche Tataki, que es una degustación de 3 ceviches, y la Causa de Salmón y Cangrejo. Empezamos bien!. El Edame destaca por su sencillez: delicadas vainas de soya que derraman el aroma de la plancha y se unen la boca. Ideal para entretenerse mientras viene lo demás. Los ceviches también estaban a la altura. Siendo peruano es la parte en la que me pongo más exigente, y las 3 opciones no tienen nada que envidiarle a cualquier ceviche de Miraflores. La Causa de Salmón me sorprendió. La presentan como un roll que combina equilibradamente la papa suavizada con su toque de ají amarillo, el Salmón, el Cangrejo y la palta. Luego me decidí por la Jalea de Mariscos (la salsa criolla es clave aquí), para nivelar la inclinación Thai que teníamos en la mesa, en la que el Pad Thai acaparó las preferencias. Y si alguien no se siente muy hambriento, atrévase con el Wakame. Finalmente, tienen un caller para el mozo de la mesa que ayuda a no estar buscándolo cuando se le necesita, aunque no tuvimos que usarlo (todo el tiempo hay alguien atento a la mesa). En suma, garantía total de pasar un buen momento.

Vengo bastante al Aglio... me queda cerca de la oficina y eso es un factor. Pero no es el único. Si bien es cierto tienen una buena carta de pastas y pizzas, sus ensaladas son originales y frescas. El servicio es otro aspecto en el que destacan (bien hecho Jonathan!).

Lamentablemente todas las buenas intenciones de sus propietarios se desmoronan con el mal servicio y poca cortesía del personal. Llegué con mi esposa, saludamos y la Srta. volteó la cara (ni nos contestó). Después de 5 minutos le pedimos nos mostrara el menú y lo terminó haciendo claramente de mala gana. El lugar sólo tenía 2 mesas ocupadas, que además ya habían terminado de comer. ¿En qué estaba tan ocupada que no podía brindarnos la gentileza de su atención?. Hasta ahora no lo sabemos. Después de ver el menú nos decidimos por los wraps con tortilla integral y al momento de pedirlos nos dijo de muy mala gana: "Sólo hay tortilla blanca". Fue suficiente. Nos fuimos a comer una hamburguesa al Slabón. Pedimos la hamburguesa envuelta en lechuga. Deliciosa!. Nota: Degusta no publica mi comentario porque no comí en el restaurante. ¿Cómo voy a comer ahí si la atención tiene este nivel de agresividad?. Me explican esto?.

Ambiente íntimo... muy buena atención (desde el valet parking). La Punta Palomilla es una porción grande. Fácilmente se puede compartir. El Robalo muy recomendable: delicado sabor y perfecta textura.

Buenas señales: esta vez me alegró reservar, ya que había gente esperando una mesa libre afuera, en local nuevo apenas resguardados de la lluvia de domingo. Y es que se trata de una opción que se viene consolidando como de las mejores alternativas en cuanto a comida peruana se refiere. Para empezar, tener un equipo peruano al frente de las brasas hace una diferencia, sobre todo cuando se ha puesto de moda "colgarse" rótulos de comida peruana sin mayores argumentos. El menú se atreve a salirse de la oferta tradicional e incursionan en una verdadera fusión, de lo asiático con lo andino, o de lo nikkei con la costa. Atrévanse a pedir el rissoto al pesto con langostinos a la huancaína, u opten por el ceviche nikkei. No hay mucho más que decir de lo que me parece es la mejor alternativa en el restaurante: el pulpo al grill, textura suave y aroma ahumado que hacen difícil olvidarlo. Y de postre, quedé impresionado con el suspiro limeño y guanábana. No dejamos nada!.

Probé el desayuno típico. Los huevos fritos estaban secos, punto plástico. Las tortillas grasosas y demasiado duras. Lo que más me llamó la atención fue que se demoraron más de 15 minutos en traernos nuestra orden (primero la mía y 5 minutos después el sandwich de mi esposa), cuando el restaurante sólo tenía 2 mesas (nosotros 2 y un muchacho solo). Acerca del café, se percibía bueno, aunque me lo trajeron con demasiada leche. Con todo, la atención es amable y quiero responder a esa amabilidad con este comentario, que ojalá interpreten como constructivo, ya que concuerdo en que hay que apoyar las iniciativas locales.

Era la primera vez que estaba aquí. Nos fuimos por el menú de degustación y francamente salimos satisfechos. La combinación de opciones está muy bien pensada y la cantidad deja a uno grande más que satisfecho (alguno en la mesa no acabó). Tratándose de comida fusión y además, de una opción de degustación, uno se lleva una buena idea de la oferta del sitio. Quedé contento. Planeo volver.