Muy buena locación a la que se han mudado en la avenida principal de El Valle. Los platos siguen siendo muy sabrosos, pero sentimos que los sabores han perdido algo de fuerza con respecto a nuestra experiencia en el lugar donde se ubicaban anteriormente.

Decidimos visitar este lugar por sus buenos comentarios y como alternativa a otros restaurantes conocidos en o cerca a El Valle y la experiencia bien valió la pena. El restaurante hace parte del hotel boutique que ahí se ubica, con una decoración exquisita, alimentada por una vasta y especial colección de objetos con que los dueños han adornado el lugar. Los platillos son también de corte gourmet. De todos los que degustamos, a todos los comensales nos marcó la crema de pistacho. Lo único que tienen que mejorar es el tiempo de atención.

Excelente lugar para parar en carretera y tomarse un café muy bien preparado. Las chicas que atienden son muy atentas y prestas a satisfacer los gustos del cliente. El ambiente tipo vagón de madera completa la experiencia.

Una muy buena alternativa en la vía hacia El Valle o hacia las playas. El chef y propietario es suizo, por lo cual hace honor a sus platillos. El rosti, como uno de los platillos emblemáticos helvéticos, lo preparan en su forma original o, al gusto, con adiciones. El ambiente es rústico, en un rancho abierto y agradable.

En esta ocasión, tuvimos la grata noticia de que había navajas (longorones), uno de nuestros platos preferidos, difícil de ver en otros restaurantes y que no siempre se encuentra acá, por la dificultad de pescarlas; como siempre, estaban exquisitas. También ordenamos una pasta con camarones, de muy buen sabor y punto de cocción. Definitivamente, este lugar sigue siendo nuestro preferido camino a la playa o a El Valle.

El ambiente de este pub es muy agradable, con una vista desde la terraza de los jardines y las instalaciones del hotel. En cuanto a la comida, la hamburguesa O`Pedros estaba deliciosa, preparada con carne de calidad; el otro plato, un pastel de carne con cerveza Guiness, estaba pobre de sabor y prevalecía la masa sobre la carne. Dentro de la pobre oferta gastronómica en El Valle de Antón, este lugar se puede visitar para pasar una tarde relajada y disfrutar unas cervezas, más que por su comida.

Camino al chorro de las Mozas te puedes detener en este agradable lugar, para refrescarte antes de continuar la travesía. Está recién abierto y la pareja que lo maneja es muy agradable y nos dieron buenas guías de otros lugares para explorar en los alrededores de El Valle. Entre otras cosas, pedimos un licuado que tenía hierbabuena y nos advirtieron que se demoraba un poco, debido a que tomaban las hojas directamente de la planta, ¿se puede pedir más frescura? Marchándonos pedimos un café espresso y nos quedamos sorprendidos de poder tomar tan buen café y tan bien preparado, en un lugar tan alejado.

Una deliciosa opción entre las pocas buenas que se consiguen en el Valle de Antón. Como entrada, ordenamos un ceviche peruano en el que se sentía la frescura del pescado; muy bien preparado, sólo le faltaba el camote, venía con una papa hervida. Entre los platos principales, ordenamos una parihuela, que venía con buen recado y de sabor muy bien logrado. Las bebidas son todas típicas, tanto así que sólo ofrecen cerveza Cusqueña. Los platos son abundantes, tanto así que tuvimos que pedir parte de la comida para llevar. El ambiente es muy sencillo, necesita algo más de decoración para volverlo ameno.

Como habíamos destacado en nuestra reseña anterior, la comida del lugar no era muy consistente y dependía de que fuera su dueño quien estuviera en la cocina, pero, el lugar sigue decayendo y hemos optado por no recomendarlo más. Entre los platos que ordenamos, había una pasta con ragú que tenía tal cantidad de zanahoria y en trozos tan grandes que, la carne quedaba opacada. El otro plato, una escalopina al limón, venía con exceso de aceite bañando la carne. Los camareros no están pendientes de las mesas y no saben explicar los platos.

Si quieres mitigar el hambre con un bocado en tu camino al interior, este lugar te ofrece postres, empanadas, panes, quesos, chicheme y chichas, que llevan muchos años marcando una tradición. No hay opción para sentarse y en fines de semana el lugar suele estar muy lleno de gente haciendo fila para hacer pedido, de manera que hay que ir con paciencia y comer en el camino.