He ido en varias ocasiones al que queda próximo a la estación de combustible en la Ernesto T. Lefevre / Vía España / 12 de octubre. El lugar no está mal pero se complica a veces la visita cuando hay demasiada gente. No hay estacionamiento suficiente y la fila, como el tiempo de espera para recibir tu pedido, son considerables. La especialidad de la casa es definitivamente el pollo. Es una especie de pollo rostizado que pasan después por la plancha. De buen sabor y jugoso. Lo considero el mejor entre los pollos que se consiguen en restaurantes de esta categoría. Todos los acompañamientos son buenos, especialmente la ensalada griega o la de zanahoria con repollo. A veces en la griega, se les va la mano en queso feta pero es mejor eso a que casi no tenga. Me parece además que es una excelente opción para comer a lo barato. Entre 7-9 de la noche se llena de mujeres que acaban de hacer ejercicios en algún lugar y buscan una opción "light" (pollo sin acompañante y té frío), por lo que se hace bastante llevadera la espera. Mi única verdadera queja del lugar es que tienen un televisor al fondo que por lo regular tienen puesto a un volumen demasiado alto y sintonizado con novelas y pavadas similares.

Lo único bueno de este lugar es estar ahi justo antes que cierra. Llega el dueño con un suéter de algodón bastante apretado.

Quedo a la espera a que alguien me invite y tenga la oportunidad de visitar a este restaurante de nuevo porque la primera y única vez que fui, no fue una experiencia que me dieron ganas de regresar. Palabras más, palabras menos: no es la gran cosa. Llegué emocionado y me fui decepcionado. Pedí una entraña y he probado mejores en Panamá, incluso en reuniones caseras. El pan fue lo mejor pero no voy a pagar $40 para comer pan.

He aquí, a mi parecer, otro de los grandes misterios del país. Cómo puede esta cadena de restaurantes crecer y cómo puede estar siempre lleno son preguntas con respuestas más complicadas a las que ofrecen los temas más ocultos de la brujería. El gran problema aqui es la relación precio calidad. Ciertamente, mucha gente tiene resistencia a restaurantes chinos populares porque la mayoría te reciben con un olor extraño y no aparentan estar aseados. Y si te asomas a la cocina o logras ver por el pequeño espacio de donde salen los pedidos, te terminas creyendo la leyenda de que pudieran haber gatos por allá atrás. El dueño de Don Lee fue vivo y puso un monitor para mostrar dizque al chef preparando los pedidos y listo...todos confiamos sin cuestionar que probablemente se trate de un video. Además guinda los pollos y tiras de puerquillo a un costado y nos hace creer que estamos en un auténtico restaurante chino. Los precios están demasiado exagerados y aquello, sumado a la espera y a que hay muchísimas mejores opciones me hace cuestionar lo que puse arriba. Ninguno de esos clanes valen la pena. 90% arroz, 8% carne y 2% una ensaladita de repollo con un pedazo de pepino. El arroz mo tiene gusto. Lo único sobresaliente es la chicha de arroz con piña y los gorritos de las que toman el pedido. Caro, malo, demorado.

Vivo en un apartamento muy cerca de este restaurante pero no fue hasta hace poco que lo visité por primera vez. En realidad hay varias opciones de pizza por el área pero como el vecino del apartamento del frente por toda una semana dejó en el pasillo al lado de su puerta una bolsa de basura diferente junto con a una cajeta vacía de pizza de este restaurante (no era la misma caja) dije, "tiene que estar buena". Y efectivamente, las pizzas están muy buenas... tanto así que me parecen hasta mejores que las otras opciones del sector (incluyendo las que venden bajando la calle 71 San Francisco). Horno de leña, ingredientes de calidad, Cerveza Panamá y buena atención son los cuatro aspectos que se cumplen para querer regresar a comer pizza. Definitivamente que el peperoni, jamón y salami no son de los baratos y de mala calidad (American Star, El Compa, Kiener, etc.) y lo que fue más bello aún, la pizza que pedí incluía hongos y echaron de esos que no vienen enlatados. (si no me equivoco la pizza que incluye estos hongos se hace llamar 4 estaciones). He regresado pero siempre a comer pizza (los platos que venden quizás están un poco elevados en precio pero no puedo afirmar o negar si lo valen con excepción de un coctel de langostinos que una vez pedí de entrada. Le tienen un nombre fino que no recuerdo pero no deja de ser un coctel.... absolutamente delicioso y muy delicado. El ambiente es aceptable y te dan la opción de sentarte adentro o afuera del restaurante. Me gusta que tienen bastante personal para que las cosas fluyan bien.

Aquí lo tienen...el único restaurante que le he dado 5 estrellas en todas las categorías. Hay que decirlo y reconocerlo, este es el mejor restaruante ubicado en la Calzada de Amador. Claro que habrán otros lugares que gozan de más acogida y tendrán más publico, pero les aseguro que al menos en esto, R. Lord tiene la razón. Todo sin excepción que he comido allí ha resultado sorprendentemente delicioso. Pidan de entrada las almejas en salsa criolla (para variar las clásicas almejas al ajillo) y de plato fuerte, con confianza pidan cualquier marisco que aparece en la carta. Llega con amigos y tómate tu cerveza. Disfruta del panorama y de la brisa. Luego cuando te llevan la cuenta, te sobrará dinero y quedarás contento, satisfecho y con ganas de regresar.

Sinceramente, me gusta mucho comer aquí. Nada sofisticado pero definitivamente que bueno, en donde existe una debida proporción entre el precio y la calidad de la comida. Existe bastante estacionamiento y la atención es bastante buena. La demora nunca ha sido exagerada, ni aun estando el restaurante bastante lleno. Lo único que no les recomiendo pedir del menú son las búfalo wings como entrada. Todo lo demás que he pedido de las tantas y tantas veces que he ido (carnes a la parrilla y mariscos), me han dejado muy satisfecho. El sancocho es bastante bueno y por encima de la mayoría que venden por ahi.

Se ha puesto de moda en Panamá aquello de comer alitas y me ocurrió igualito como cuando compré un BlackBerry o hace unos años pagué un dineral por unos suéters Lacoste que no los valen; decidí finalmente conocer este restaurante. Hice mi pedido para llevar un sábado cualquiera y lo primero negativo consiste en la larguísima espera que tuve que aguantarme. Se han quedado chicos y se nota que la espera tiene que ver con la enorme cantidad de pedidos a domicilio que se hacen. Considero que las alitas, aunque no estaban malas, no lo valen. Se dejan comer y todo lo que quieras pero no me sentí satisecho con la relación precio / calidad. En realidad no tienen nada en especial y no hay dificultad en hacerlas mucho mejor por cuenta propia. Hay mejores opciones y a mejor precio. Mi esposa fue de la misma opinión y más nunca ha sugerido que se las traiga. Me sentí, al igual que cuando compré el teléfono y los suéteres, muy decepcionado. Es hora que me haga hombre y me deje de llevar por las modas de la plaza.

Fui con un amigo a comer la jalea de mariscos, la cual a opinión de él, es la mejor de la Ciudad. Pedimos de entrada una papa a la huancaína junto con la Jalea. Debo decir que la papa a la huancaína de otros lugares es muy superior y no les recomiendo que pidan esta entrada y mucho menos, cuando lleva un precio que es la mitad de lo que cuesta la jalea. En cuanto a la jalea, estuvo muy buena y a buen precio (si mal no recuerdo, trece dólares). Trae suficiente para que coman dos personas de buen apetito. La jalea no es más que un plato de mariscos apanados con limón y cebolla morada. Quizás no suene muy sexy pero les aseguro que es una delicia. El marisco estuvo fresco y con buen sabor. Definitivamente que voy a volver a comer jalea. Con respecto a la atención, fue normal. Ni muy expedita ni muy demorada. Ni grosera ni gentil. El tiempo de demora fue quizás un poco más de lo que esperaba, estando el restaruante menos de la mitad lleno pero tomen en cuenta que no tengo la mínima idea de cuánto puede demorar preparar una jalea. Este restaurante me pareció mejor que otros que sirven el mismo tipo de comida (peruana), que en el papel se supone que son mejor (por los precios y buen sentir general de la gente hacia ellos).

Fui cliente de este restaurante por varios años hasta que hicieron lo que hicieron la última vez que fui. Ya les cuento por qué pero antes debo ser sincero y decir que la comida es bastante aceptable, fundamentalmente los mariscos. Lo que pidas de la carta de mariscos te va a dejar satisfecho. Las entradas y parrilladas son de mis favoritas y tienen buena relación entre precio y calidad. No obstante, hicieron algo que no tiene perdón. Fui a almorzar con mi esposa y pedí medio pollo al carbón con yuca frita. Ya había pedido esto antes en otras ocasiones y nunca me había arrepentido. El pollo siempre se caracterizó por estar jugoso y con buen sabor, acompañado de buen chimi-churri. Siempre lo consideré como el mejor pollo al carbón que conocía. Esta vez me trajero un pollo calentado en micro-onda que fue asado el día anterior. Señores esto no se hace. El pollo asado no se puede calentar ni comer el día siguiente. De bueno pasa a ser una auténtica asquerosidad, hágalo quien lo haga. Debí asomarme a ver si tenían la parrilla prendida y por no hacerlo, dudo que regrese. Hubiera esperado algo así de un restaurante chino cualquiera pero jamás del Chimborazo.