La comida estuvo genial, pero los postres dieron al traste con toda la experiencia. Harinudos y con sabor a mezcla de paquete, como si llevaran diiassss refrigerados y, de pronto, los calientas en el micro. Realmente no sé qué pasó. Escribo esto con el ánimo de que corrijan ese aspecto pues, como dije, la comida en general estuvo muy buena y no es justo que al final las expectativas decaigan. Por favor, reinventen sus postres porque echan a perder todo lo demás. Ahora no lo recomiendo, pero pienso darles una gavela de 3 meses para volver a ir y si los postres mejoraron, sí que lo recomendaría.

Una excelente opción informal para comer en la zona hotelera. La ensalada El Grego, deliciosa, bien balanceada entre salados, dulces, verduras suaves y nueves crujientes. Servida con filete mignon es una opción deliciosa y liviana.

Podría hablar de la deliciosa comida que probé en este restaurante, si no estuviera tan traumatizado con la experiencia de la cripta que pasé en cuanto al servicio. Suplicando para que tomaran el pedido, el postre llegó primero, los platos fuertes incompletos y la entrada al final, los meseros diciéndole a la gente que "espere por favor" mil veces. El único momento en el que el mesero se paró más de dos segundos a lado de nuestra mesa fue cuando nos entregó el vuelto, para verificar que le dejábamos propina (que fue muy magra, por cierto). Además, muy cara la comida para las porciones que sirven. Bájense del bus, que así como van, les aseguro una próxima clausura.

Me encantaron las Gulag Jamun, unas bolitas de queso en almíbar. Un final dulce (pero no tanto).