Decidimos sentarnos en la terraza para aprovechar que la noche estaba fresca. Casi de inmediato nos atendió una joven que conocía muy bien el menú y los platos pues nos contestó todas las preguntas que le hicimos. Comenzamos con una jarra de sangría tinta, no es la mejor que me he tomado pero quiero regresar a tomar la blanca que me recomendó la joven. De entrada pedimos el dip de espinaca que viene acompañado con 'chips', de buen tamaño, delgaditos, y que tenían un sabor parecido a la hojaldra. Lo recomiendo con los ojos cerrados. Además pedimos unos deditos de jamón serrano con guayaba y queso nacional y un carpaccio de res, ninguno de los dos me mató. Yo pedí una 'baby burger' merlot acompañada con ensalda (algo raro pero atinado) que compartí 'half-n-half' con una amiga que pidió la del bosque con papitas fritas. Ambas estaban deliciosas pero debo decir que mi elección fue la mejor. Las otras dos comensales pidieron la media de 'ribs', muy buenas, y la pesca del día (salmón) que en realidad no me daba ni frío ni calor. De "postre" pedí un té: me trajeron la bandejita, muy variada por cierto, y escogí uno de 'citrus mint'. ¡Delicioso!

La comida es auténtica mexicana. De entrada pedimos el guacamoles y el queso fundido con chorizo, no puedes ir sin probarlos. Para el plato fuerte se me antojó enchiladas mole xico, me dejaron sin palabras. Las margaritas, muy buenas, lástima que la única frozen era la de granada. Lo único malo es la acústica del lugar, hay mucho

Fui a la sucursal de la 12 de octubre, es bastante pequeña no me quiero ni imaginar un viernes de quincena ahí. Aunque había solo una mesa más tuvimos que esperar buen par de minutos.

No es la primera vez que vengo y debo decir que me enamoro cada vez más de este lugar. La masa de las arepas no es la mejor pero definitivamente los rellenos la mejoran. En esta ocasión pedimos de entrada unas empanadas venezolanas rellenas de queso blanco y plátano, vienen acompañadas de una salsa verde de aguacate con ajos, cebollina y perejil. Además comimos arepas pabellón que son rellenas de carne mechada, frijoles negros, plátano maduro y queso blanco; lo único que le agregaría a la arepa sería la salsa verde que dieron con las empanadas. Muy recomendado

No es la primera vez que visito Paladar, en esta ocasión lo hice a la hora del almuerzo. El servicio no me dejó impresionada: eran las 2:30 p.m., estaba casi vació y se demoraron buen tiempo en tomarnos el pedido. La comida no demoró mucho en llegar a la mesa, el tamaño de la porción es decente. Lo prefiero como lugar para tomar unas copas de sangría y escuchar música en vivo, para ir a comer, lo pensaría dos veces.

Empezemos por lo malo: si el lugar está muy lleno, se oye bastante eco. El servicio fue un regularsón, pero digamos que fue porque habían bastantes mesa. Las entradas estuvieron excelentes, por segurencia de mis hermanos pedimos el 'hash' de patacones con langostinos al grill, buenísimo, y las almejas que estuvieron deliciosas. De plato fuerte pedí los ravioli de hongos con salsa de manchego, de verdad que superó mis expectativas. En la mesa se pidió el rissoto de portobelos con espárragos, muy rico; el salmón al horno con polenta de portobelos, muy atinada la combinación; la corvina gratinada con camarones y un puré crocante, le faltó sabor y el puré estaba un poquito grasoso; el filete de res congrí se partía solito y el arroz la botó; y finalmente pero no menos importante la pasta a la carbonara, me encantó que lo trajeran con el huevo crudo encima, da el feeling de que es fresco. De postre mi hermano pidió un tres leches, no lo probé porque no soy fanática pero el no podía ni hablar de lo rico que estaba. Bonus points porque el mesero me consiguió una velita para cantarle cumpleaños. Yo compartí con mi mamá el tiramisú con manjar y helado de amaretto, pequeño, pero suficiente ya que es bastante dulce sin caer en lo empalagoso. Con la cuenta nos regalaron a cada uno un paquetito de galletas de chocolate chips, muy buenas por cierto, con una tarjetita del restaurante. Deifinitivamente llamaré para regresar.

No es la primera vez que como en el lugar, francamente quedé decepcionada y con cero ganas de regresar. La atención en general estuvo buena, el muchacho que nos atendió estuvo pendiente aunque los vasos de agua estuvieron vacíos buen rato antes de que volviera a llenarlos. Mis amigas pidieron Margaritas y estuvieron fatales, la expresión fue "saben a agua sucia y salada". Pedimos para compartir humus que estaba bastante bueno aunque el pita parecía una chacleta; tabule que aunque es una ensalada de hierbas no tenía suficiente tomate pero le sobraba el perejil; vale mencionar que el kibhe frito estaba muy bueno. El ambiente es súper tranquilo, como para ir a tomarse una cervecitas y fumar arguile antes de ir rumbear.