Entré como una escéptica a este pequeño local que no parecía ofrecer mucho y que me demostró totalmente lo contrario. La comida: simplemente deliciosa, sin una sola falla de principio a fin. Para empezar, ordenamos samosas y fish tikki; ambas frituritas muy ricas acompañadas de sus respectivas salsas. De plato fuerte, elegí el Chicken Manchuria; albóndigas de pollo de una textura muy agradable, se desmenuzaban en la boca. Acompañelo con una porción de rico Naan, que es el pan de la casa, para recoger la salsita del pollo y más que listo. Definitivamente debo recomendar el Melon Lassi, una bebida a base de yogur que estaba refrescante y exquisita, muy diferente. Tuve la suerte de gozar con buen servicio, pues el muchacho que nos tomó la orden, aparte de ser muy atento, conocía el menú de cabo a rabo e hizo unas recomendaciones muy acertadas. Lastimosamente, no puedo decir lo mismo del ambiente del restaurante, ya que el local es un tanto estrecho y soso; aunque la música indostana que ponen en los altavoces le da un buen toque de autenticidad. Los precios, sin duda alguna, excelentes con relación a la comida y recuerde que sólo se puede pagar en efectivo. Seguramente, Sabor de La India se gana todavía más visitas mías.

No niego que la relación precio/calidad sea decente, pero tampoco es que la comida sea algo extraordinario. Para empezar pedí el satziki, que no decepcionó ni impresionó, y de plato principal ordené una pita pantufla de pollo, bastante sabrosa. Me tomó por sorpresa, no gratamente, que el té frío era literalmente eso y había que endulzarlo uno mismo, aunque puede que otras personas consideren eso como algo deseable. Cuando lo visité hoy para la cena, el lugar estaba bastante vacío abajo y totalmente desierto arriba, cosa que le restó puntos a la atmósfera en general. En fin, se ve como un local que aparentaba no recibir mucha clientela, aunque sé que es muy probable que no sea de esa manera. Para todo fin práctico, Panos Kretan House no rompió la marca, no creo que regresaría.

Debo decir que para mí este local es más que un refugio. No solo me encantan sus emparedados, a los que me he emprendido en la tarea de probar todos, si no que guarda también un valor sentimental. Siendo objetiva, el servicio quizá no sea el más convincente; es decir, no es lo más eficiente del mundo. Aunque hay una perceptible ventaja al sentarse en la barra, visitar el Boulevard en hora pico es para armarse de paciencia. Pero aún así lo amerita. Es un lugar para echar cuentos y relajarse. También he de mencionar que la relación calidad/precio es muy cuerda, buena comida por factura humilde. Recomendadísimo el mítico sandwich cubano. Se podría decir que así se bautiza uno en el Boulevard Balboa.