Es uno de los mejores lugares en cuanto a calidad va precio en todo el mall. Fuimos con nuestra bebé de 1 año y apenas llegamos la joven que nos atendió trajo crayones y una hoja con dibujos para que ella pintara. Yo pedí una crema de zapallo, mi favorita junto con un pita con hongos Portobello que estaban ambos excelentes. Mi esposa pidió una pita con pollo siguiendo la recomendación de la chica que nos tomó el pedido, junto con un licuado de fresas. No fue algo glorioso pero tampoco le pareció malo. De postre compartimos un waffle con helado, fresas y Nutella que estaba delicioso. El servicio muy cordial en todo momento lo que nos deja con ganas de volver.

Soy asiduo cliente de este restaurante desde hace más de 10 años cuando no tenían tantas sucursales y la competencia apenas iniciaba. Han existido otros intentos de cadena de restaurantes de sushi y pocos han sabido mantenerse como este pero cuál no sería mi sorpresa al descubrir en nuestra última visita que subieron sus precios. La calidad y el sabor se mantienen pero lastimosamente ya no podemos decir que son el lugar del sushi bueno, bonito y barato que era lo que los diferenciaba del resto. Seguiré visitándolos pero quizás con menos frecuencia.

Empezaron como una excelente opción en el ya competitivo mercado de locales que ofrecen alitas pero poco a poco han ido haciendo cambios en precios y tamaños de porciones. El combo de 15 alitas era el que ordenamos siempre mi esposa y yo y ya no sirven la misma cantidad de papitas fritas y las alitas son mucho más pequeñas. Una lástima.

Su principal atractivo está en su ubicación ya que comparte el boulevard de restaurantes en este mall con una vista bastante agradable. Llegamos y había un evento privado. Éramos un grupo de 7 adultos y 3 niños y los encargados acomodaron una mesa para nosotros lo cual nos pareció bastante amable de su parte. El volumen alto de la música y el eco del local hacen imposible mantener una conversación de un lado a otro de la mesa. Los platos que pedimos no tenían nada fuera de lo común y para nuestra sorpresa las fotos no superaron la comparación de expectativa versus realidad. Y la relación de cantidad de las porciones versus el costo da como resultado que los platos tengan un precio más alto del esperado. Les comentamos a los anfitriones que teníamos una cumpleañera en el grupo esperando algún tipo de celebración especial pero está no pasó de una foto con un sombrero mexicano y un pequeño postre con una vela mientras se escuchaba Las Mañanitas por los altavoces. En fin, una visita lejos de ser memorable, un sitio difícil de recomendar al que dudo regresemos.

Cuando llegamos a eso de las 7 de la noche el local estaba vacío pero rápidamente se fue llenando. Habían solamente dos chicas que no se daban abasto para la cantidad de clientes y todos los pedidos. Por suerte nos entretuvimos con el juego de Jenga mientras esperábamos nos llevaran nuestra comida a la mesa. Pedimos hamburguesas, mi esposa pidió La Muralla, una de las nuevas y a ella le encantó, a mi me gustó más la que ordené que era La Bóveda. Mi acompañamiento eran aros de cebollas de los que recibí únicamente 6 contados aros, en cambio a mi esposa le rebosaron el plato con camote, aunque no es muy difícil tomando en cuenta que los recipientes en los que sirven la comida son demasiado pequeños para manejar los alimentos con comodidad. Había promoción de 2x1 en margaritas que mi esposa ordenó. La primera llegó super fuerte y le hicimos la observación a la chica que nos atendió para que a la siguiente le colocaran menos licor pero entonces lo que hicieron fue saturarla de sirope y quedó demasiado dulce. Según nos dijo el caballero que nos cobró, el bar tender no había asistido ese día y nos trató de compensar con un cupón para una margarita gratis en la próxima visita, aunque no estoy seguro si volvamos con los precios tan altos de la comida en este local y teniendo otras opciones parecidas en el área. Por último, algo que nos llamó la atención y que pienso que es importante mencionar, fue que había un grupo grande de alrededor de 15 jóvenes, a simple vista adolescentes, celebrando el cumpleaños sorpresa a una chica y pudimos ver a algunos de ellos con botellas de cerveza en sus puestos. Siendo menores de edad nos pareció extraños se les vendiera bebidas alcohólicas.

Una experiencia diferente y divertida en un ambiente agradable y familiar. La chica que nos atendió amablemente nos brindó una explicación tomando en cuenta que nunca habíamos visitado un lugar parecido. Los ingredientes se sentían frescos y de buena calidad pero la diferencia de todo la hicieron las salsas que están colocadas en una barra aparte a la que se puede acudir cuántas veces el cliente quiera. Recomiendo tener cuidado con las cantidades de opciones del menú puesto que aunque fuimos cautelosos pensando en no gastar demasiado al final quedamos bastante satisfechos con las porciones de las pocas opciones que elegimos.