Excelente oferta gastronómica. Las margaritas de limón son deliciosas, pero las de maracuyá le dan la talla. Recomiendo el sándwich de tortilla con ropa vieja.

Nuestro mesero fue muy atento sin embargo, el servicio del bar y de la cocina es extremadamente lento: 35 minutos de espera para que nos trajeran los cocteles. Aunque fuimos a cenar a las 7:30 p.m., el volumen de la música era casi que de discoteca, con las mismas 4 canciones de Maná en repeat por casi una hora. La comida es rica.

La atención y la comida siempre es un 10/10 en este sitio. Sin embargo, nos tocó una mesa con sillones extremadamente bajos e incómodos para comer y que además estaba bloqueando una puerta que el personal debía abrir constantemente, lo que me incomodó muchísimo pues empujaban mi asiento cuando lo hacían. Por nada del mundo pidan que los sienten en la mesa de dos del reservado.

El ambiente es muy tranquilo aunque el espacio es muy reducido. La atención deja mucho que desear. Buena relación calidad/precio, vale la pena aprovechar el descuento de 40% para Foodies.

5inco nunca falla. Fui de Happy Hour con una amiga, pedimos varias picadas para compartir aceptando las recomendaciones de nuestro waiter, Marco. La atención fue excelente también. Cinco estrellas para 5inco.

La comida muy buena, superó mi expectativas -que ya eran bastante altas. Desde la entrada fue toda una experiencia. El restaurante es muy acogedor y el servicio fuera de serie. Vale la pena preguntar siempre por los especiales del día. La acústica no es la mejor, solo habían dos mesas más y se sentía como si estuvieran sentados con nosotros.

En esta ocasión fui por La Kraken, la propuesta de 5inco para el Burger Week 2019. La atención y la comida superaron mis expectativas. Además probé el coctel Cinco Five, una mezcla de gin, sirope de romero, té de limón y espumante; altamente recomendado. El restaurante tiene buen ambiente para cenar en pareja, con la familia o con amigos. Aunque anuncian que tienen acceso a discapacitados, la entrada sería un poco difícil para alguien en silla de ruedas pues tiene escalones y no tienen rampa de acceso.

Lo bueno: la comida. Cada plato que pedimos fue mejor que el otro. Los rollos frescos y auténticos; las gyozas donde mueren las palabras; el ramen increíble, pedirlo con huevo es un must. Lo malo: el espacio. Es un sitio realmente pequeño. No funciona para ir en grupos grandes. Lo fel: el servicio. Literalmente tuvimos que compartir palitos durante más de la mitad de la cena porque la comida iba llegando pero solo unos cuantos tenían utensilios. Nos costó la vida que nos tomaran el pedido a la mesa completa. Fue toda una odisea que nos trajeran agua. Volvería pero no para comer en el lugar.

Desde los platanitos con leche de tigre de cortesía hasta la entrega de la cuenta, quedé completamente complacida con la atención del personal. La comida, increíble; pedimos, para compartir, los patacones con langostinos y un arroz chaufa combinación que estaba fuera de este mundo mundial! Lo recomiendo y volveré por el resto!

El servicio deja mucho que desear. Llegamos con la idea de tomarnos unas copitas de vino, no había vino blanco; aunque el local estaba vacío, uno tenía casi que saltar frente a las dos waiters para que nos atendieran; nunca se nos ofreció nada de picar, aunque las otras dos mesas les sirvieron de otros restaurantes de la plaza que traían al local. Las dos meseras una más perdida que la otra, sentadas en las dos mesas ocupadas echando cuentos con los clientes. Lo pensaré dos veces antes de volver.