Visitamos Maito antes de su entrada a la lista de LA’s 50 Best, lo visitamos cuando entró y lo hemos vuelto a visitar ahora que escaló varias posiciones en la lista; sigo pensando los mismo, este es sin lugar a dudas, el restaurante más sobrevalorado de Panamá. Como panameño de buen diente, me alegró muchísimo su inclusión en la lista, pero esa alegría sólo es comparable con la decepción que me he llevado cada vez que lo he visitado, probando a la carta o el menú de degustación la impresión es la misma. Con el menú de degustación, de nueve pasos al menos nos tropezamos con cuatro, dos baby corn cubiertos con una salsa de queso de buen sabor sin mayor emotividad en la presentación y sin originalidad, ya que vi el mismo concepto de plato en otro restaurante, pero allá con una presentación mucho más elaborada y sin el pedacito de “cogollo de mazorca amargoso chupable”, que no entendimos y no disfrutamos a falta de una explicación mayor; una gyosa un poco baja de sal, presentada en un plato con una salsa de carne de buen sabor, pero con un gran problema, no se puede llevar a la boca la gyosa y la salsa a la vez, al menos con la cuchara que nos dieron; un “sancocho” que era una caldo de pollo ahumado, el mozo, al ver nuestra decepción en el rostro nos preguntó si había algún problema con el plato, a lo cual le contestamos que nos pareció un simple caldo de pollo ahumado con pipa, a lo cual nos explicó, que este era un caldo hecho especialmente en un horno de leña real, y para mí, esto es como llegar a la azotea de un edificio por la escalera de emergencia, teniendo a mano un elevador, el proceso no aporta un valor agregado significativo al producto final; un berrugate sumergido en una salsa soya bastante salada, tal vez si hubiesen puesto la salsa aparte y unos palitos chinos se hubiese podido manejar mejor, y es aquí donde surge otro problema, Maito más que una referencia de la nueva cocina panameña, como se quiere vender, es más bien un restaurante de fusión, que incorpora el uso de productos locales, que no es capaz de presentar un plato insignia. Por otra parte, la atención, me pareció bastante distante, de hecho al principio el mozo nos comentó que el chef, prefería que no se explicara mucho sobre el plato, para que los comensales disfrutasen ellos mismos del plato, lo cual especialmente para un menú degustación, que es incapaz de despertar por si sólo alguna emoción o explicarse por sí mismo, me parece una debilidad adicional. Realmente me gustaría que hicieran algo, ya que me daría mucha tristeza verlos bajar dramáticamente en las listas o inclusive salir.

En la carta de bebidas, sólo hay cinco vinos y ninguno es italiano... De las tres entradas que pedimos, solamente las almejas estuvieron bien: frescas y con buen sazón, la ensalada capresse demasiado básica, y la tabla mixta mejor no comentar...  Entre los platos principales que probamos estuvieron el ragú de cordero en pasta pappardelle y un filete de res: pasta al dente perfecta, pero en ambos casos las carnes, sin ninguna emoción... Podemos destacar la amable atención del personal y lo bonito del lugar, aunque la terraza es calurosa y en el interior, los acondicionadores de aire necesitan mantenimiento, ya que estos nos aplicaron un "rocío fresco" durante toda la velada...

Los propietarios y su staff del Perú, se esfuerzan por ofrecernos una ventana al auténtico sabor de la cocina peruana... Todo el esmero que ponen en los ingredientes, el proceso y la atención, da resultados: un ceviche fresco de pescado exquisito, el tiradito con ají amarillo sublime, el arroz con concha negra es delicioso! Para cerrar el círculo, una pequeña cava, con buenos tintos, y buena compañía! No hay más nada que agregar para una salida casual, cualquier día de la semana... Felicidades! Y.... Salud!!!