Paul es un lugar donde te reciben con una sonrisa desde que te acercas a su puerta. Una vez dentro, rápidamente se percibe la sensación de que todo aquel que está allí sentado, no tiene prisa por irse. Está disfrutando. Y es que al margen de su comida, el trato de sus trabajadores es realmente amable, sus sillones son confortables y el nivel de ruido ambiental es inferior a otros locales.
En cuanto a su comida, las raciones son de tamaño pequeño y los sabores son correctos.
Los postres se merecen un punto aparte. Hechos con delicadeza y maestría, te llevan a recordar la pastelería europea en cada bocado. Sus hojaldres son magistrales. Crujientes, finos, sabrosos. Hemos probado las milhojas naturales (nuestra favoritas, tanto que es imposible hacerles una foto recién llega a la mesa.... difícil contenerse!!), la tarta de flan al natural, la de flan y frutos del bosque, el pie de limón (excelente merengue!!!!).... como ven, nos inclinamos por los sabores naturales para poder asi juzgar la calidad del producto y de veras, hasta la fecha es la mejor pastelería que he conocido en el país. Me queda pendiente probar sus panes. Un gran BRAVO a su equipo y sus pasteleros!!!
