Asistimos a este restaurante, sucursal del de San Francisco y del mismo chef de La Pasta de Gaetano, en Ancón. Ordenamos unos fettuccini con langostinos en salsa rosada, de muy buen sabor y compenetración de los ingredientes, aunque no estaban al dente. El otro plato, cordero al horno, en cambio, no cumplió las expectativas, pues, por el precio, bien podría ser una pieza magra de carne, pero, en su lugar, era principalmente hueso, con poca carne. Como postre, la panna cotta tenía muy buen sabor y textura, aunque el caramelo estaba integrado a la nata, de tal manera que, quienes prefieren degustarla por sí sola, no lo pueden hacer. El local, recién remodelado, muy bonito y bien ubicado en el Casco, en Plaza Herrera.
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Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Recomendado 100%. La comida increíble, desde entradas hasta postres. No pueden dejar de pedir alguna de sus pastas, son divinas. La atención es muy buena, se ocupan por hacer pasar un buen rato a sus comensales.
Cuando pienso en este lugar si que me vienen recuerdos positivos sobre su comida. Personalmente recomiendo el filete en salsa de pimienta y las pastas carbonara. La atención es muy buena y el lugar bastante acogedor en especial cerca de la ventana. El spot es bastante pequeño diría yo para la demanda que tienen los fines de semana, algunas veces me he tenido que ir pero supongo que fue el precio a pagar por la ubicación tan privilegiada.
Empezando por que no pude cenar con mi esposa por que no pudieron honrar nuestra reserva vía Degusta. Se portaron muy amables y esperamos en la barra durante una hora, tiempo en el que probé probablemente la mejor berenjena napolitana que me he comido. Salvo que no nos pudieron sentar se portaron muy amables. Creo que es algo que puede pasar y definitivamente fue circunstancial. Sin embargo es algo que se debe por error especial cuidado sobre todo por qie el lugar no tiene más de 8 o 9 mesas.
Que buena experiencia se vive en este restaurante, el lugar es tan acogedor que no provoca irse, me comí una marinera al óleo, mi esposa una ensalada del mar, lo acompañamos con un vino blanco que nos recomendó el joven que nos atendió y para terminar un tiramisu que me dejo con ganas de volver...
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