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Es trieste sentirse tan maltratado por el servicio en un restaurante, aunque sea uno de comida rápida sin pretensiones como éste. Al llegar (nueve de la noche) nos indicaron que teniamos que pedir rápido porque la cocina cerraba a las diez, aclarándonos que no cerraban a esa hora, sino que incluso después de las diez podríamos continuar alli terminando la cena y tomando las bebidas que pidiéramos. Después de tardar mucho más de lo razonable en traer un plato de alitas de pollo, no nos querían servir una segunda ronda de cervezas, porque ya querían cerrar. Nos las sirvieron cuando les recordamos que nos habían indicado que lo que cerraba a las diez de la noche era la cocina, no el establecimiento. Lo único destacable de la comida, el trio de elotes, elaborado con gracia y con un toque particular. La ensalada César, razonablemente buena. Pero las alitas, con exceso de rebozado y un tanto resecas. Si es que volvemos algún día y no s vuelven a indicar que en una hora cierra la cocina, por supuesto que nos levantaremos y buscaremos otro lugar.
