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Tengo sentimientos encontrados. Debo decir que el lugar está muy bonito, como salido de Pinterest. Pero desde que llegamos, el servicio dejó mucho que desear. Nos sentaron enseguida, pero se demoraron mucho en traernos el menú. A pesar de haber visto en Instagram una limonada de matcha que se veía muy buena, nunca me enteré si la tenían, porque no nos ofrecieron el menú de bebidas (ni física ni verbalmente). Pedimos y vimos platos salir y entrar de la cocina hacia otras mesas, mientras lo nuestro (dos sandwiches) se demoró 45 minutos en llegar. Lo mío (el sandwich Beduino en pan gluten free) llegó frío, pero tenía tanta hambre que no lo mandé para atrás. Estaba rico, pero para ser la orden "entera" estaba muy chico. ¿La respuesta del mesero? Es que el pan gluten free (que cuesta $1.50 adicional) es más chico que el normal. Si ese es el caso, iguálame la porción o no me cobres el extra. Pero no sólo pagué una orden entera y recibí la media, además tuve que pagar $1.50 extra por el pan sin gluten. La cuenta si no demoró en llegar —con propina "voluntaria" pero ya incluída— y fue el único momento en el que el mesero estuvo pendiente de nosotros (para llevársela rápido); es más, no se movió de la mesa hasta que firmé el voucher. Conclusión: los sabores de la comida están interesantes, pero el servicio estuvo tan malo que me pensaría echarme el paseo a Clayton de nuevo.
