De entrada comí la ensalada de langosta con mango que estaba muy buena, la langosta era fresca y carnosa. Luego ordené la pizza marinata que me dejó con ganas de más. La masa delgada y crujiente, abundante pasta e tomate (natural no de lata), albahaca y aceite de oliva. Me sentí comiendo en algún sitio de Italia pues incluso el espumoso que ofrrecen es un proseco. Probé el tiramusí que es una versión diferente al clásico que comes en cualquier restaurante italiano y estaba muy rico. El trago de la casa es el mojito, lo ordené para cerrar con broche de oro el almuerzo y estaba muy refrescante, le ponen además de los ingredientes tradicionale´s, pedacitos de liche lo que lo hace diferente y muy agradable. Sn duda aguna regresaría a este restaurante.

Ambiente muy simpático con mesas en la terraza y en el comedor donde hay aire acondicionado. Los saloneros estaban un poco desorientados pero debió ser por la fecha (1° de Enero), el chef Bilal siempre te saluda en la mesa lo que da un toque de individualidad. En esta ocasión incluso le dijo al mesero que nuestra orden la prepararía él. La mayoría de los comensales eran turistas y supongo que quiso cocinar nuestra comida por ser clientes regulares del restaurante. La comida estuvo muy buena, mi esposo comió el kafta de cordero y yo el sish tauk con patatas jarras. El taboule en su punto, al igual que el humus. Les recomiendo probar las samoosas de vegetales, que no es un plato árabe sino hindú que ellos preparan muy bien. Para comer buena comida meditérranea a un precio razonable este es el lugar.

La primera vez que fui no me permitieron entrar porque el restaurante estaba cerrado, eran las 3pm de un Sábado y sí, lo cierran a esa hora. La verdad no entiendo cómo el restaurante de un hotel cierra, pareciera que están obligando a sus clientes a comer cuando ellos dicen y no al revés. En fin intenté a la semana siguiente y pude almorzar previa reservación (el restaurante estaba vacío) y no me impresionó para nada. La entrada (roll de cangrejo) fue lo mejor de la tarde, mi plato fuerte constaba de 3 langostinos que ni fu ni fa, tuve que echarles el wasabi que me quedó del sushi para darles gusto. Los platos fuertes no vienen acompañados de nada, así que pedí los espárragos a la parilla que estaban bien. Juré no volver porque ni copa y cubiertos estaban sucios (claro que pedí que los cambiaran y llegaron como a los 10 minutos) y eso por lo menos para mi, dice mucho de un restaurante. Como unos amigos insistieron en que le diera otra oportunidad al Chef fui la tercera vez. No teníamos reservación y tuvimos que esperar una hora para que nos dieran una mesa, no fue problema porque nos quedamos en el lobby bar tomando aperitivos. Al subir nuestra mesa no estaba lista del todo y sentados tuvimos que esperar que la vistieran. Al ordenar se confundieron con los platos, lo que se pidió sin queso venía con extra queso así que a ese sitio no vuelvo. Los meseros fueron amables pero el servicio es muy muy lento. Luego subimos a bar de la piscina y no hubo manera de que nos atendieran, había espacio y nos sentamos al borde la piscina (un tanto peligroso para alguien si se toma más de dos tragos porque el espacio entre las camas y la piscina es mínimo) los meseros pasaban de frente pero ese día nosotros eramos "invisibles". Para venderse como the place to go in Panama, les falta mucho mucho mucho.

Nada especial, la carne no vino como se pidió, o muy cruda o muy asada. Se equivocaron en las guarniciones (que además cobran) lo único que salvó la noche fueron los langostinos y el postre (pie de limón). La sangría estaba buena pero no de las mejores que he probado. Buen ambiente, puedes pasar un rato agradable si solo vas a picar pues el lugar siempre está lleno pero lleva la billetera llena porque los precios son altos.

Es un restaurante kosher (de leche) con una variedad de ensaladas, pescados, pizzas, pastas y emparedados muy amplia. Probé la corvina marroquí y estuvo muy bien condimentada, las ensaladas que ponen como guarnición son muy ricas con ingrediente realmente frescos y bien aliñados. Una opción no solo para los glatt kosher sino para cualquiera que guste de las especies, condimentos y combinaciones orientales.

Tremenda propuesta de David y Carolina, felicidades!! El ambiente es muy hogareño y te sientes parte de una élite con un menú extenso de platos, bebidas, postres y atención personalizada a tu disposición. El menú es fijo pero muy variado, el antipasto contiene ocho (o más alternativas) muy finamente escogidas con ingredientes frescos y muy ligeros que te preparan para el resto de los platos. El siguiente plato de pasta hecha en casa (de verdad) realmente está en su punto con una serie de alternativas nunca antes vistas en la ciudad (por lo menos no por mí), el plato principal es del tamaño justo para no sentirte tan lleno como para no poder degustar los postres. Cocina italiana en su máxima expresión, se ve que el chef se tomó el tiempo de escoger opciones diferentes y deliciosas para gustos exquisitos. Ampliamente recomiendo el restaurante para aquellos que tengan el privilegio de ser "escogidos" (el restaurante solo tiene 8 o 10 mesas). Patio muy agradable para los fumadores y aquellos que desean un aperitivo antes de ingresar al comedor.

Reservé el área de champaña pues la intención del grupo (5 comensales) era ir a comer algo y tomar champaña -de hecho lo hicimos- y a pesar de que me lo confirmaron poco antes de llegar me dijeron que no estaba disponible. Esto no me hubiese incomodado a no ser porque después vimos a solo dos chicas tomando algo que definitivamente NO era champaña en el espacio destinado para ello. La comida estuvo buena sobre todo porque la pizza no es grasosa, la masa se mantiene crujiente, los ingredientes son frescos y las combinaciones muy ingeniosas. La sopa de tomate y las empanadas chilenas que tuvimos como entrada también fueron del agrado de todos. En la cocina se llevan un 10, sin embargo se debe mejorar el servicio, los meseros son amables pero no están coordinados. La decoración combina madera, pop art, pantallas, color y hasta bebés en las lámparas de las mesas, no sé si la idea es incluir a un público infantil (familias con niños) o si esto sea el último grito de la moda. En general me gustó mucho el lugar y regresé a la semana siguiente. La pizza de tres quesos con nueces que probé en la segunda visita no defraudó y la sangría estuvo rica. Enhorabuena a los propietarios!

Buena atención, los saloneros te explican en detalle los platos a servir y los especiales del día. Probé la pasta con langostinos y conchuelas y los mariscos estaban muy frescos y la pasta al dente como debe ser. Me parece que les falta un poco más de ambiente ya que la decoración es muy simple, sin embargo vale la pena regresar a probar otros platillos. Conocen el concepto de atención al cliente ya que confundieron unos platos que pedimos y en retribución nos regalaron los postres. Eso casi no se ve en Panamá!

Tienen un menú extenso, buena ubicación y los baguettes son muy buenos. Los precios son altos para lo que ofrecen ya que no es un restaurante sino una pastelería/cafetería, hace mucho frío adentro y afuera pues es para los que les gusta "degustar" humo de cigarrillo. Probé la sopa de lentejas y no me gustó, mucha mantequilla y por la textura parecía más un dip que una sopa. La variedad de postres es grande no probé ninguno pero se ven bien. El éxito del lugar son los helados de Gran Clement que venden. Las saloneras sin embargo son muy atentas y agradables.

Es una cafetería muy agradable en la que sin llegar a ser un restaurante en sí puedes comer desde algo muy ligero (ensaladas y sopas) hasta una comida completa. Las porciones son generosas y deliciosas. Muy buenas la ensalada de aguacate, la pizza, y los raviolis de queso con salsa roja. Los ingredientes son frescos y los jugos naturales te los sirven tipo frosty. El café ni hablar. Nunca he probado los postres sin embargo se ven deliciosos. El precio es un poco alto, supongo que por la ubicación dentro del área premium del mall. Buen sitio para ver y ser visto.