Llegamos a pasar un buen momento, y tardan cerca de hora y media para servir emparedados. Terrible. Ni siquiera estaban especiales.

Terrible servicio. El dueño debiera quitar mesas pues obviamente no está preparado para atenderlas a todas. Se llenó el restaurante, los pedidos llegan a paso de héroe, los que llegaron de último comen de primero, la mesa se sirve en desorden. Una pésima experiencia para pasar en familia.

La comida OK; pero lo bueno que pueda haber Se desdice con el servicio de los muchachos. Pueden decir lo mismo sin atender mal a nadie.

Ha bajado mucho en calidad. El tiempo de servicio y atención es peor que pésimo. Si no hacen algo por mejorar, mejor ni vayan a perder su tiempo.

La terraza al aire libre de Villa Palma es increíble; una vista privilegiada, un ambiente acogedor. La música es variable y se puede pedir que cambie a gusto de uno, si fuera el caso. La comida realmente buena, para mi gusto y de mis amigos. Amilcar nos ha atendido dos veces, con recomendaciones acertadas, incluso han preparado comidas fuera del menú para acomodar a los gustos escogidos. Es un lugar para volver.

Desayuno fresco, recién hecho, y muy panameño. El sitio es un rancho acogedor, para lo que es; salvo la muralla de obras (temporales) la vista al mar y la ciudad solia ser relajante. Las muchachas atentísimas, el servicio rápido. Mejor desayuno panameño que he comido en algún restaurante desde hace rato.

Llegamos un día del padre, restaurante lleno - mormal; 15 minutos nos sentamos a una mesa, 10 minutos luego nos toman el pedido; ni agua ni cafés por los próximos 40 minutos; las mesas ya vacías, sucias, las meseras incapaces de limpiarlas; 30 minutos después empiezan a llegar los platos, de a poco. El ambiente ya se agrió, lo que debía ser una buena velada, hace rato se perdió. Entre la desatención, la tardanza, el sitio sucio, las meseras perezeando, qué mal ha caído el restsurante.

El restaurante vacío y aún así entre todos los meseros y meseras fueron incapaces de atender correctamente los pocos comensales. La comida que se pidió llegó incompleta, las bebidas tampoco vinieron: hubo que insistir en el pedido. No entregaron cubiertos, hasta que se les señaló que no había con qué comer. La comida, nada del otro mundo y con la pésima atención hasta perdió gusto. Lo peor, hasta para cobrar la cuenta se tardaron casi treinta minutos... cómo se nota que los dueños no están por ahí cuidando su restaurante.