Pedimos una pizza Donatella y fue penoso. El prosciutto era escaso y tan delgado que literalmente era transparente. Honestamente me sentí timado.

Excelente restaurante, como siempre, el servicio y la atención fenomenal. No le otorgamos todos los puntajes porque pedimos un filete, bien cocido, e hicimos énfasis en ello, y al final nos vino más bien entre medio y tres cuartos. Un detalle que para mí es excepcionalmente importante. Pero a pesar de ese detalle, todo lo demás estuvo como fuera de este mundo.

Primera vez que voy, debo admitir que sentía mucha curiosidad. Mi esposa y yo pedimos risotto portobelo. Pues la gran sorpresa fue que los rissotos llegaron antes que los deditos de pollo de mi hija, es decir, no tardaron más de 10 minutos. ERROR ERROR. Cualquiera con un mínimo respeto por la cocina sabe que a un risotto le toma mucho, pero mucho más que eso. Evidente y lastimosamente recalentado. Y ni hablemos del sabor y la textura. Inolvidable, pero en negativo.

Es la segunda vez que comemos en este restaurante y debo decir que no me decepciona. Si bien es cierto, es más un sports bar que otra cosa, el servicio es de primera. El ambiente bueno, informal, familiar, cómodo, sin ser lujoso. La comida, sabiendo que no es un restaurante gourmet ni mucho menos, utiliza muy buenos ingredientes y está muy bien elaborada. Pedimos unas costillas de cerdo y estaban fenomenales, en su punto. Y el wrap de pollo estaba excelente.

Servicio insuperable. Pedimos lasagna de berenjena, espectacular. La pizza de tres quesos estaba muy buena de sabor pero la masa no estaba muy crujiente, pero gusto de cada quien. El spaghetti alfredo, honestamente, nada del otro mundo.

Ir a Tavola es ir a lo seguro. La buena atención y la calidad de los platos es invariablemente la misma siempre. Ambiente familiar y relajado. El servicio es muy bueno y amigable. La comida es de primera, pero los precios son algo elevados, pues el lugar es muy pequeño, nada lujoso, y cuando se llena puede ser incómodo.

He sido cliente habitual de Fridays durante años, sin mayores quejas hasta ahora. El sábado fui a comer con mi esposa, después de varios meses de no visitarlos. Ambos pedimos salmón, un plato que ha sido favorito de ambos por años, y la experiencia fue decepcionante. Nos sentimos estafados. La porción era literalmente de un menú de niños, y el precio escandalosamente caro ($17.00) por plato. No volvemos más.

Pedimos empanadas argentinas de entrada, geniales. Fritas en su punto y el relleno más elaborado de lo que generalmente se acostumbra. La parrillada mixta muy buena en general, pero al chorizo le faltó consistencia.

Buen ambiente, relajado, informal, pero limpio y moderno. La comida casi siempre muy buena, aunque a veces fallan. Pedimos un salmón y se pasaron en cocción. Nos tocó casa llena, sin embargo, el servicio no desmejoró.

Comida de primera, el tiramisú soberbio, ambiente relajado y familiar. El servicio bueno, pero tiende a desmejorar un poco cuando el restaurante se llena.