Había leído mucho sobre este lugar y quise visitarlo. Aunque no he tenido muchas oportunidades de salir a comer, aproveche un espacio este viernes y me fui a almorzar. El lugar esta mal ubicado, es una esquina muy transitada y concurrida donde los estacionamientos son limitados y el trafico muy pesado. Encontrar parqueo o depender de un solo muchacho haciendo el servicio de valet parking resulta complicado. La decoración es simple, se nota un esfuerzo pero no llega a crear un ambiente elegante o a lo sumo cálido. No para mi, al menos. El servicio es impecable y creo que marca la diferencia...no solo la amabilidad pero la rapidez y el conocimiento sobre la carta de los meseros me resulto muy fuera de lo común (positivamente hablando). La carta de vinos es variada y extensa, ofrecen vino por cuartas lo que si es una novedad apreciada! La comida sin embargo, no fue lo que esperaba o lo que había leído....la provoleta con corazón de alcachofa estaba regular, faltaba sal y el aceite de oliva no se sentía...falto sabor. La consistencia muy dura, costaba tragar los pedazos de queso que continuaban estirandose sin fin en la boca. Luego pedí fetuccine en una salsa de hongos, ternera y cerdo que ofrecían como especial. El sabor era bastante fuerte y realmente no llamo mi atención, la combinación de sabores no encajo y realmente no disfrute mi plato. Me fui sin tomar postre y me quede mejor así. Las expectativas sin cumplir y con el sabor a ternera aun en mi paladar. No se si volveré a intentarlo.